domingo, 29 de septiembre de 2013

Diego Costa, prófugo

Depredador del fútbol. Y presa de unos medios que lo elevan a límites insospechados y lo despedazan a partes iguales. A él no le gusta ni una cosa ni la otra, por eso huye, se evade. Lo hace como mejor sabe: con intensidad y muchos goles. Así es Diego Costa, un prófugo.



Corre. Corre mucho. Salta, choca. Lucha. No descansa, ni aunque el balón sea imposible: él no conoce de eso. Le llamaron duro y sucio en aquellos tiempos en los que saltaba al césped con la chaqueta de cuero como equipación. Hoy lo adoran. Le dedican portadas y titulares a cinco columnas; abre la sección de deporte de los telediarios y ocupa buena parte de las tertulias futboleras. Pero a él no le gustó antes ni le gusta ahora. Por eso corre, salta y pelea cada balón como si fuera el último: es el medio de vida de Diego Costa y, por encima de todo, su pasión.

No es incierto que hubo un tiempo en el que no fue el más deportivo. Pero ahora es otro futbolista. Ha sabido reeducar su temperamento y transformarlo en un intensidad extrema. Ahora se ha convertido en el futbolista más competitivo del mundo y sostiene sobre sus hombros el peso del Atlético de Madrid, huérfano tras la partida de Falcao. Lo hace con goles, ocho goles en siete partidos de liga hasta la fecha. Uno de ellos al Real Madrid en el Bernabéu. Su equipo aspira a romper la bicefalia de la liga. Él tiene mucha culpa.

Sabe que le debe mucho a Simeone, responsable de su explosión y de su cambio. Cuando el argentino era futbolista le pasaba lo mismo que a él: era amado y odiado al mismo tiempo por la prensa, y tampoco le gustaba en absoluto; era intenso, a veces más de la cuenta, pero era un líder. El Cholo ha sabido transmitirle todo lo que aprendió a lo largo de su carrera. Desde fuera del verde comprende que hay cosas que no se pueden permitir. Se lo hizo ver y lo asimiló no sin dificultades. Ahora, una vez que lo ha comprendido, se lo agradece cada vez que sale al campo. Con intensidad, con goles y con liderazgo. Es el alma de este Atleti porque en el fondo tiene algo de Simeone en sus entrañas. Ni Gabi, ni Koke, ni Suárez; Diego Costa es el mejor representante de este equipo.

Sigue corriendo. Y lo hace de manera extraña, porque es muy alto pero sus piernas no son muy largas. Huye de los debates que se crean entorno a su persona. Oye rumores de la selección brasileña, con la que ya jugó un par de amistosos. También de la selección española. En cada periódico, en cada programa programa televisivo o radiofónico se valora esta posibilidad. Por rendimiento no extraña, pero a él no le interesa nada de eso. Sólo la pelota, y lo que tenga que ser será.

No deja de luchar. Ahora los que lo buscan son los rivales. Lo provocan constantemente, le hacen perrerías buscando una respuesta, intentando prender la mecha de la bomba atómica que esconde en su interior. Todo ello fruto de su pasado. Todo por una fama que le persigue y casi no le deja respirar sobre el césped. ¡Con lo bien que juega y los prejuicios con los que se le mira! No lo entiende, pero no cesa.

Se implica cada vez más. Es el primer defensor, el que inicia la presión del Atleti. No le importa tener que replegarse hasta medio campo si su equipo lo necesita. Él trabaja para ellos porque sabe que ellos trabajan para él. El grupo siempre es lo primero, tanto en defensa como en ataque, donde no le importa asociarse con sus acompañantes. Y si hay que partirse la cara, pues se la parte. Lo que sea por ganar. Es lo que más le importa.

Siempre rinde bien, ya sea en estático o al espacio; dentro del área o fuera de ella. Sabe que su labor es finalizar las jugadas que sus compañeros elaboran. Y tiene la responsabilidad de hacerlo bien. Por eso no se amedrenta ante sus rivales y pelea siempre hasta el final. Por eso, casi siempre, acaba en gol, porque su juego es tan puro que el error es casi imposible.

Todavía pelea, salta, choca, brega. Corre. Huye de los focos porque tan sólo quiere jugar. Es lo que mejor sabe hacer.

PabloG.

2 comentarios:

  1. Triste, muy triste por lo de ayer, perdimos un partido por la falta de garra, la falta de amor y de aplicación de nuestra gente en la cancha. Esa misma gente que no merece llevar la camiseta del Madrid en sus pechos. Aún cuando se que falta tiempo y que se necesita tiempo para hacer cuajar al equipo no puedo evitar sentir rabia por lo ''delicados'' que son los jugadores del RM. 0 garra, 0 corazon y 0 esfuerzo.
    Fuera de eso, felicitar al ATM y a esperar que no se bajen los pantalones con el Barca en caso de que el RM pegue una remontada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Más que a los fallos del Real Madrid habría que mirar a los aciertos del Atlético. Taponó la salida de sus centrales con el trabajo de Diego Costa y Villa, cerró la salida por banda con un trabajo inmenso de Arda Turan y Koke y obligó al Madrid a jugarse el todo por el todo por el centro, donde Tiago y Gabi fueron dos perros de presa. Hoy El País muestra unas estadísticas tremendas de los dos mediocentros de ambos equipos: Khedira e Illarra pasaron más y tuvieron más acierto; Gabi y Tiago pasaron menos y erraron más. ¿Cómo pudo el Atleti imponerse ahí entonces? Porque los colchoneros robaron diecisiete balones y los merengues sólo once. Y de ello tuvo mucha culpa el planteamiento del Cholo, que asfixió al eterno rival con maestría.

      Te dejo aquí el enlace de los datos que te he comentado por si les quieres echar un vistazo: http://elpais.com/elpais/2013/09/29/media/1380485225_199993.html

      Eliminar