domingo, 19 de mayo de 2013

La leyenda de Sir Alex Ferguson


Se bajó el telón de manera definitiva. Atrás quedan veintisiete años, treinta y ocho títulos, trece Premier Leagues, dos Copas de Europa y un club instaurado en la élite. Se cierra una época. ¿Cómo será el fútbol mañana? ¿Cómo será el Manchester United cuando despierte y vea que su jefe, una de las más grandes estrellas de su historia ya no ocupa su banquillo? Ferguson deja huérfanos no sólo al United, no sólo a Manchester, sino al mundo entero. Se marcha un hombre que cambió la historia del deporte. No fue un revolucionario en la pizarra ni su equipo jugó jamás el mejor fútbol del planeta, pero se convirtió en un icono por su carisma y su forma de ver y hacer las cosas.


Un golazo de Mark Hughes frente al Barcelona en la final de la Recopa de 1991 le permitió escribir su historia. Hasta ese instante, su puesto peligraba seriamente: la afición y la prensa estaban impacientes por ganar títulos. Después, la llegada de Cantona cambió el rumbo del club. El genio galo inició un camino en el que le acompañaron y después continuaron unos imberbes Ryan Giggs, Paul Scholes, Nicky Butt, Phil y Gary Neville y David Beckham. Sus niños, su mayor apuesta en la historia del Manchester, le dieron la razón al poco tiempo. Vendió a las estrellas del equipo para sustituirlos por una de las hornadas de canteranos más fascinante de la historia del club, que logró un fabuloso triplete coronado por la ya mítica final de Barcelona contra el Bayern.

Ese fue el mayor ejemplo de lo que significa la era Ferguson: la transición entre proyectos sin perder la identidad. Una transición que no siempre fue pacífica, pero sí exitosa. Si algo ha caracterizado la carrera del escocés ha sido su relación con sus jugadores, que podía pasar del amor al odio en cuestión de días. “Nunca antes había tenido miedo de nadie hasta que vino él; fue un terrorífico bastardo desde el principio”, dijo Bobby Culley sobre Ferguson cuando coincidieron en el East Stirlingshire. Nunca una frase le definió mejor. Jugadores imprescindibles en épocas clave acabaron de la peor manera posible. Roy Keane, su prolongación en el campo durante los mejores años de los red devils; Mark Hughes, su salvador; David Beckham, la estrella de sus Fergie Babes; y Wayne Rooney, para escribir el último capítulo de su carrera.

Precisamente Rooney fue uno de los hombres fundamentales en su última reconstrucción. El scouser llegaba del Everton con 18 años para unirse a los veteranos Ferdinand, Scholes y Giggs y a la estrella emergente del momento, Cristiano Ronaldo. Después, jugadores como Evra, Carrick, Vidic y Van der Sar cohesionaron a un grupo trufado de canteranos que terminaría proclamándose campeón de Europa en 2008, después de una emocionante tanda de penaltis en la que Van der Sar fue el héroe con el Estadio Olímpico Luzhniki de Moscú como testigo. Fue la última gran victoria de Ferguson, que después volvería a alcanzar con su United otras dos finales en las que fue superado ampliamente por el Barça de Guardiola.


Se marcha Ferguson dejando un legado casi insuperable y un equipo referencia en Gran Bretaña y en el mundo. Se marcha dejando al United campeón, con Van Persie como máximo goleador de la Premier. Otro gran acierto de un hombre que demostró hasta el último tener un instinto especial a la hora de convencer y firmar a grandes jugadores.

Pero Ferguson no se marcha solo: su Fergie Babes bajan el telón con él. Scholes, Beckham y Phil Neville han puesto también punto final a su carrera este fin de semana y se unen a Gary Neville y Nicky Butt, semirretirado en la liga de Hong Kong. Sólo Giggs, precisamente el más veterano de todos ellos, seguirá en activo al menos una temporada más. Será el epílogo de un ciclo que se cierra en el fútbol inglés. Será el último recuerdo que nos quede de un hombre que hizo que Old Trafford fuera aún más el Teatro de los Sueños, como lo bautizó Busby. La característica camiseta roja del Manchester United estará por siempre impregnada de la leyenda de Sir Alex Ferguson.

PabloG.

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