sábado, 1 de diciembre de 2012

Por culpa del estrés


En un partido muy disputado aunque sin demasiada brillantez, el Málaga se volvió a dejar los tres puntos fuera de casa. No se puede decir que fuera injusto: los hombres de Pellegrini dominaron durante la primera mitad y tuvieron las mejores ocasiones, pero fueron totalmente inofensivos de cara a portería. En cambio, el Getafe sacó el máximo rendimiento de sus ocasiones, todas ellas propiciadas por errores defensivos casi infantiles del Málaga. Vuelve la racha negativa tras la goleada al Valencia; vuelve la peor imagen del equipo.


Parecía que los fantasmas ya se habían espantado. Un cuatro a cero al Valencia en La Rosaleda no es cuestión baladí. El equipo brilló y arrasó al rival con el balón en los pies. No se pudo comprobar en Copa si los jugadores sabrían mantener el nivel, primero porque jugaron los menos habituales y segundo porque los que lo hicieron se dejaron llevar. Hoy parecía que sí, que el Málaga brillaría de nuevo. Un disparo lejano de Camacho hizo que Moyà se empleara a fondo; otro de Isco puso al Getafe alerta. Corría el balón, se intuía el peligro. Y de repente, nada. Se apagó la luz y el Málaga empezó a dar bandazos. Quizá ya no se le pueda llamar cansancio, sino más bien estrés, que no es lo mismo. Demasiadas exigencias y frentes abiertos para una plantilla tan corta. La vuelta de Monreal y Baptista debe dar un soplo de aire fresco al equipo, pero mientras tanto, deben volver a sus orígenes.


La defensa hoy no estuvo acertada. Tan sólo Gámez se puede salvar de la quema en un partido en el que ni Demichelis, ni Weligton, ni Eliseu mostraron su mejor versión atrás. Si a esto le sumamos que ni Toulalan ni Camacho fueron capaces de sostener el medio campo, nos sale un esperpento de partido defensivo.  El ejemplo más claro fue el gol azulón. En los primeros minutos de la segunda mitad, un córner aparentemente sencillo se convirtió en una pesadilla para los visitantes. En el primer palo apareció la cabeza de Lopo para rematar el centro al fondo de las mallas ante la pasividad de una nube de jugadores verde pistacho –indumentaria hoy del Málaga–. Pudieron ser más. En los últimos minutos, los despropósitos aumentaron hasta límites insospechados. Los aprovechó un Getafe que casi sobre la bocina estuvo a punto de hacer el segundo por medio de Diego Castro tras una contra de Lafita.


Pero el auténtico problema del Málaga se encuentra en su delantera. Los blanquiazules fueron absolutamente incapaces de concretar las claras ocasiones que tuvieron. Saviola no sabía donde estaba, y la entrada de Santa Cruz tan sólo empeoró la situación. El argentino pudo hacer el primero, pero entre un paradón de Moyà y el poste lo evitaron; el paraguayo ni siquiera acertó entre los tres palos. Se plantó frente al meta balear después de una buena jugada con Saviola, pero su triste vaselina con la izquierda se fue varios metros por encima del larguero. Urge un cambio arriba si se quiere alcanzar la próxima Champions. De momento, el sorprende Getafe, silenciosamente, ya ha dado caza con esta victoria a los de Pellegrini con veintidós puntos. La lucha por puestos europeos se aprieta más que nunca.

PabloG.

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